miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los jóvenes y la revolución ciudadana


Tiempo atrás, alguien preguntaba por qué los primeros mandatarios cada vez que hablan sublimizan el tema de los jóvenes. Alusión que se ha manifestado de manera más evidente en los últimos meses. Les ofrecen de todo, desde capacitación, trabajo, el manejo de las empresas estatales, hasta la dirección de los órganos del estado. Esto contrasta con la situación de los viejos (para muchas autoridades los mayores de 40 años) quienes desde la visión del régimen son inservibles y, desde luego, responsables de todas las desgracias que aquejan a la banana republic. La reiterativa, insistente hasta el cansancio, alusión de los mandatarios a una supuesta revolución en la que los y las jóvenes tendrían un rol fundamental llama la atención a más de uno.  

Sabiendo la forma utilitaria cómo funciona la denominada RC había que descartar de plano motivaciones altruistas o afectivas. Así que no quedaba sino que recurrir al informe  publicado sobre el último censo de población y vivienda. Resulta que según dicha encuesta, en el 2010 el promedio de edad de la población era de 28.4 años; de éstos, casi el 50% se encuentra entre 15 y 40 años. Recordemos que la edad para ejercer el sufragio corre a partir de los 16 años. Los llamados mayores adultos -para quienes la opción del voto es facultativa- no llegan al 23%. Si a esto añadimos que el gobierno se ha convertido en el mayor empleador y que de hecho cada familia tiene al menos uno o dos miembros trabajando en el sector público, entonces la respuesta a la pregunta inicial está resuelta.

Al gobierno le interesan los votos, gente que respalde su gestión, que tras una reflexión elemental agradezca ser beneficiada por alguna de las políticas estatales o porque su principal fuente de ingresos proviene del presupuesto del estado. Por ello, resulta estratégicamente conveniente que en cada sabatina y en cada cadena mediática, el titular o su reemplazante lancen flores a los jóvenes, que exijan a los adultos ceder el paso, que invoquen el recambio generacional. No olvidemos que este gobierno inventó la “renuncia obligatoria”, un vericueto legal que obliga a los funcionarios públicos a renunciar “voluntariamente”, sin que quieran hacerlo. De esa manera se aseguran un ejército de boys scouts agradecidos, pasivos, que no cuestionan, dispuestos a cumplir fielmente las consignas del comandante y su pragmático lugarteniente.

Esta estrategia no es nueva, hace algunas décadas la ensayó con buenos resultados el Presidente Mao durante la revolución cultural china, con la diferencia que en China se respeta a los viejos mientras acá se los considera desechos. A lo dicho hay que añadir que a los jóvenes poco o nada interesa la política, más cuando el régimen se ha encargado de desprestigiarla y estigmatizar a partidos y dirigentes como ejemplo de inoperancia y corrupción.

Como vemos, la gestión pro jóvenes y anti viejos tiene únicamente fines politiqueros, vulgares y pedestres intereses electoreros, clientelares. El Jefe y su círculo cercano apuestan que estos jóvenes se constituyan en los guardianes de “su” proyecto, en la fuerza que con su voto resista cualquier intento de los opositores por el cambio en la dirección del estado. Ayer nomás el Jefe volvió a invocar el apoyo de quienes espera tener como principales aliados en las próximas elecciones: “… la juventud hará el "milagro guayaquileño", como ya estamos haciendo el "milagro ecuatoriano". Con juventud… venceremos a los políticos del siglo pasado, causantes de la tragedia nacional”, decía.

Habrá que esperar a febrero para ver si los jóvenes pescan la carnada. Hasta ahora las ofertas concretas en pro de ellos van por la entrega de becas para estudios superiores, y para el 2017 -según palabras del Vice- el enrolamiento de 2000 ingenieros en la Refinería del Pacifico,  cantidad ciertamente insignificante frente a los miles y miles que esperan una oportunidad de trabajo.