martes, 24 de enero de 2012

La maldad del servilismo



Silvio Méndez Navarrete

Contrarrevolucionario es aquel que lucha contra la revolución, también aquel que aprovechando su influencia adquiere una casa, luego dos carros, luego viola la Constitución, llegando a tener todo lo que no tiene el pueblo”.  Che Guevara 


La Tiranía puede ser impuesta por conquista de ejército extranjero o por engaño, traición de una facción política aprovechando situaciones específicas para amarrar permanentemente el poder sobre el pueblo. Una vez comenzada la tiranía, la permanencia de esta es permitida, apoyada por incidencia del hábito que rápidamente acostumbra al pueblo a la esclavitud. La naturaleza del ser humano de ser libre es vencida por la fuerza de la costumbre.


El despotismo va en contra de los intereses de la mayoría, este es establecido con propaganda dirigida a la población por el gobernante y sus seguidores: Pan y circo de mistificación ideológica para engañar las masas, ganar su consentimiento. El papel que juega la empresa privada y burócratas del Estado que se benefician del tirano, es otro factor crítico no siempre detectado y reconocido como factor cooperante de la tiranía. Por más que el Estado cometa errores, estos no lo son desde el punto de vista de sus aliados, son oportunidades para aumentar su poder, influencia, ganancias económicas.


Esto descubre, en mi opinión, la fuente principal, el dominio, apoyo y fundamento de la tiranía. Para algunos no parecerá creíble, sin embargo verdad, que son cuatro, cinco individuos los que mantienen al dictador, mantienen la nación en sujeción, tienen acceso a los oídos del tirano, quien los escoge para que sean sus consejeros, cómplices en la crueldad, compañeros en los placeres, procuradores de sus deseos impuros y socios en sus delitos. Manejan la situación a tal perfección, que las aberraciones de estos socios, son inculpadas en el tirano.


Estos tienen a cientos que se enriquecen bajo sus órdenes, usados para cumplir las ordenanzas de su amo. Al mismo tiempo estos cientos mantienen a miles, a quienes promueven en rango, sirviendo como instrumentos de la avaricia y la crueldad, ejecutando órdenes que mantengan el desastre por todas partes, estando siempre protegidos de la ley y el castigo. Las consecuencias de esto son fatales. Estos miles de personas tienen bajo ellos cientos de miles, que también cuelgan del cordón umbilical del tirano al que todos están amarrados. De esta forma, por medio de favores pequeños y grandes, grandes y pequeñas ganancias, es que encontramos que para muchos es ventajosa esta tiranía, tantos como para las que libertad es lo deseado.


Cuando un gobernante se convierte en tirano, los delincuentes del país sedientos de ambición y extraordinaria avaricia, lo rodean y apoyan para compartir el botín, constituirse en pequeños jefes bajo el mando del gran tirano. Es la práctica de notorios ladrones y famosos piratas: unos saquean el país, otros persiguen, espían, ponen emboscadas, cometen robos, crímenes, todos en diferentes rangos, siendo algunos solo serviles, otros jefes de cliques, pero con el sentimiento de que si no todos comparten del gran botín, tienen la esperanza de conseguirlo.


El déspota subyuga a sus dependientes, algunos por medio de otros, protegiéndose así de los que si fueran gente honrada, tendría que cuidarse de ellos. Las personas que sirven al tirano para ganar favores de su tiranía, actúan con maldad, pero disminuyen su libertad, volviéndose además odiados por la población que goza de mayor libertad que ellos. Los serviles deben obedecer órdenes del tirano, anticipar sus deseos y aceptarlos como propios, abandonar sus propios intereses, distorsionar su carácter, corromper su naturaleza, interpretar su palabra, sus gestos, mirada y responder a sus deseos y pensamientos. Situación intolerable no pertenecerse a uno mismo.


Olvidan la gran cantidad de personas que un tiempo gozaron del favor del tirano, luego sufrieron su ira, su desprecio, dando así fe a la poca importancia que el tirano da a la amistad. Recordemos la historia de cómo Nerón amaba a su esposa Popea, sin embargo por una torpeza la envenenó. Mató a su madre Agripina, aun después que esta mató a su padre para llevarlo al poder. El emperador Claudio de la misma forma mató a su esposa Mesalina. La estupidez de un tirano lo hace incapaz de ser benevolente, demuestra su maldad y manifiesta su corta inteligencia.


La verdad es que el tirano nunca es realmente amado ni tampoco ama. La amistad es algo sagrado que se desarrolla entre personas de carácter, crece por mutuo respeto, florece no tanto por amabilidad como por sinceridad. Su garantía es integridad, honor y constancia. No puede haber amistad donde hay crueldad, infidelidad, injusticia, conspiración, miedo. Un tirano y un servil no son amigos, son cómplices. 

http://foroanzoategui.blogspot.com/2011/08/despotismo-tirania-servilismo.html

lunes, 23 de enero de 2012

Entre el abuso y la indiferencia

Se acerca la campaña electoral y la “revolución ciudadana” invoca el favor popular para una futura reelección del caudillo, promocionando nuevas carreteras, algunos remozados hospitales, unas pocas escuelitas del milenio, dos o tres puentes, y una larga fila de infortunados beneficiarios de un bono de treinta y cinco dólares, llamado de “desarrollo humano", con los cuales dice la propaganda oficial, se ha sacado de la extrema pobreza a miles de compatriotas. Además, se recurre a los números para hacernos acuerdo que ningún gobierno en la historia de la república “invirtió” tanto en el sector social, que nunca los hospitales atendieron a tanto enfermo, que se incrementaron cientos de plazas de policías, que se repartieron incontables sillas de ruedas, y su logro máximo, una nueva Constitución, hoy vista por sus autores como demasiado restrictiva para sus intereses totalitarios, de ahí que en tan poco tiempo sea la más violada en nuestra historia republicana.



Junto a la promoción del cuestionando desempeño gubernamental, la estrategia “revolucionaria” pretende sacar ventaja del natural pesimismo nacional alentado por una década de inestabilidad política. Para ello, durante cinco años la verborrea oficial, utilizando todos los medios, se ha encargado de desprestigiar a los partidos y sus dirigentes, hasta vaporizarlos, pretendiendo llenar ese espacio con el movimiento oficialista, un membrete que sirve para cumplir formalismos legales y darle un barniz aparentemente democrático al liderazgo del caudillo. Es de esperarse que para la enésima campaña en este período se convocará a una “convención” partidaria, en donde por aclamación las huestes “revolucionarias” elegirán como candidato a nuestro Kim criollo, quien ante la presión de sus fanáticos no tendrá otra opción que sacrificarse nuevamente por el bien del país y de los pobres, a los que tanto ama.


Muchos se preguntan ¿qué es lo que realmente persiguen quienes dirigen este proyecto con tanta vehemencia, de forma delirante, al punto que no les importa acabar con la democracia y las más elementales libertades? La respuesta es de una simpleza brutal: poder. Y con el poder el manejo de los recursos del Estado. Exactamente lo mismo que bajo diversas formas han buscado todos los regímenes totalitarios del planeta. El somnífero aplicado a través de la cansona propaganda pretende hacernos creer que el descontrolado gasto presupuestario se está invirtiendo en la redención de los pobres y en el ferviente deseo de servicio a la patria. Pura falacia, los pobres que pese a los artificios estadísticos constituyen más de la mitad de la población, seguirán sumidos en esa profunda fosa de miseria y marginalidad donde muchos por generaciones sobreviven y de la que no se les permite salir ya que sin pobres no funciona el populismo y sin populismo no tiene eco la retórica caudillista. Bien conocido es que esta clase de regímenes priorizan el gasto clientelar que asegura el voto emocional de las masas por sobre la inversión que, a futuro, sustente el desarrollo mediante el fomento y la diversificación de producción.


Factores mencionados como la propaganda y la política clientelar han logrado sumir en el letargo a la masa, a quien -al menos por ahora- poco importa el rumbo que ha tomado esta “revolución” cuyos tentáculos controlan la Asamblea, un escenario de marionetas, cuya única función es levantar la mano cada vez que les ordenan aprobar una ley; una Función Judicial timorata, plagada de jueces mediocres dispuestos a satisfacer los designios del poder mediante actuaciones vergonzosas carentes de juridicidad; la autoproclamada Corte Constitucional salpicada por escándalos de corrupción, en cuyas manos la Constitución corre más peligro que niño al cuidado de un pederasta; el Consejo Electoral, dirigido e integrado por militantes sin carné del movimiento oficialista; además de una larga lista de organismos del Estado, todos bajo el control intimidatorio de quien se dice jefe de todas las funciones. Así las cosas, se explica por qué nadie fiscaliza, por qué los grandes contratos se entregan sin concurso, bajo declaratorias de emergencias o régimen especial, o que a través de contratos crediticios de usura, manejados como secretos de Estado, se haya hipotecado nuestro principal recurso -el petróleo- al imperio asiático. A propósito de esto, con excepción de unos pocos, a casi nadie le interesa conocer quiénes salieron beneficiados con estos negocios, qué papel jugaron los diligentes Ministros “ejecutores” del régimen, quién se llevó el “fee”, si las negociaciones se hicieron en forma transparente, si se pagó el justo precio por las obras, o si las empresas orientales impuestas por el prestamista pusieron el precio que les dio la gana. 


Imagínense, si cosas materiales, tangibles, no interesan al hombre de la calle, menos puede preocuparle el quiebre democrático a que conduce el deterioro de la institucionalidad, la restricción de las libertades y la penalización de la protesta. Democracia, es un concepto impreciso, vago, que por obra y gracia de la desconcientización a que ha conducido la “revolución ciudadana”, está inexplicablemente en contraposición con la acción ejecutora del gobierno. Ella, dice la clientela populista, no construye carreteras, escuelas, hospitales, menos les da de comer, lo que por el contrario, aparece como un logro del nuevo Mesías, cuya figura se exalta día a día, sábado a sábado, en costosísima propaganda y espectáculos circenses, al que es convocado el devoto pueblo para escuchar una liturgia plagada de insultos y descalificaciones.  





miércoles, 18 de enero de 2012

Las ambivalencias de la democracia


Hoy nadie duda de que Estados Unidos es una democracia consolidada y que, no sin necesidad de grandes luchas, las mayorías nacionales fueron incorporándose al sistema político. De hecho, sigue siendo un modelo de articulación entre democracia y liberalismo, dos términos siempre en tensión. El poder del dinero y del lobbying, junto con las restricciones que aún se mantienen sobre los pobres y los nuevos inmigrantes, dejan en evidencia las contradicciones que persisten entre el gobierno del pueblo y el gobierno de las corporaciones.