Después
de -seguramente- muchas noches de desvelo, de meditación profunda, de consultar
a los astros, a las diosas del Olimpo, y a sus consejeros de cabecera, por fin,
decidió estar dispuesto a sacrificarse cuatro añitos más en esa "durísima
responsabilidad" que es dirigir la república. Muchas veces ha repetido que
está cansado, que es desgastante la función, que es duro lidiar con la
"prensa corrupta", con las traiciones, los desengaños... Pero claro,
no podía defraudar a la fanaticada, a los cientos de compañeritos ubicados en
puestos y actividades claves, que casi con llanto en los ojos le decían que
vaya por la reelección, que sin él, el futuro de todos ellos y de su
descendencia era incierto, que su amada revolución quedaría inconclusa, que en
filas revolucionarias no había nacido aún el sucesor, que no existía como en
Venezuela un hombre Maduro que herede el poder, que los fieros
"odiadores" lo primero que harían sería perseguirles, exigir cuentas.
Y claro, ante semejante clamor, no pudo resistirse y, por fin, a regañadientes
cedió.
No
crean que es fácil eso de pasar a la historia como el presidente que más tiempo
ha estado en el poder, tener que recibir otros tantos honoris causa, posar tres
veces para la foto en el salón de los presidentes, dirigir cinco funciones del
estado al mismo tiempo, enfrentarse a organismos internacionales defensores de
los derechos humanos, hablar todas las semanas durante tres o cuatro horas a
gente reunida con mucho esfuerzo para escuchar el sagrado sermón, perseguir y
enjuiciar a “saboteadores y terroristas” que gracias a él descubrimos que
existían por montones en lo que antes se creía una “ínsula de paz”; rebatir
diariamente a cuatro medios impresos, unas tres radios y dos estaciones de Tv,
que le hacen la vida imposible; a ecologistas infantiles que no entienden que
los recursos para el “progreso” que van a obtener de las explotaciones
petroleras y mineras son más importantes que la vegetación, los ríos, los
pajaritos y los indios semi lluchos que ahí habitan.
A
todos nos consta que la modestia es la mayor de sus virtudes, que desprecia los
halagos y a los zalameros, y que si no fuera porque el paisito está lleno de
infames que buscan volver al pasado, él ni siquiera hubiera considerado
reelegirse. Pero bueno, se acabó la incertidumbre, gracias a la buena nueva, la
paz y alegría han regresado a filas revolucionarias. Hoy domingo los templos
estarán llenos de feligreses dando gracias al todopoderoso por el milagro; por
todas partes, hasta en los recintos más remotos se enarbolarán banderitas, se
lanzarán petardos, la gente se vestirá de fiesta. La esperanza casi perdida
después del “revés” de hace tres meses ha vuelto a renacer. Ya pronto, en unos
días nomás, comenzará la campaña electoral, las cuatro o cinco cadenas
nacionales con que ahora nos alegran la vida se multiplicarán por cien, las
bonitas carreteras se adornarán con enormes pancartas anunciando la obra, a lo
mejor hasta nos regalen cocinas de inducción y ollas de acero, por fin la
felicidad será de todos.
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